Buenas tardes lectores, el día de hoy caminaba a mi trabajo y unas cuadras antes, al atravesar un boulevard vi dos personas de apariencia indigente, pensé en lo difícil que debe ser tener que estar en esa situación, en ese instante ambos caminaban también para atravesar la calle y se acercaron a una mujer que esperaba el transporte público en ese punto, la dama, al verlos tan cerca palideció y se notaba temerosa su semblante era la de una persona que espera un ataque, me imagino que ella pensaba que la iban a asaltar, ella volteó a todos lados y en un momento, por estar yo cerca, me quedó mirando, tal vez con la intención de que yo la auxiliara o hiciera algo, la escena fue muy rápida y de inmediato estas dos personas cruzaron la calle, yo me quedé parado unos segundos reflexionando lo que había visto. La señora, por la sola apariencia de las dos personas que se acercaron, intuyó que estaba en peligro, que iba a ser violentada de alguna forma, ¿por qué cuando vemos a alguien en situación de indigencia pensamos que nos va a “hacer algo malo”?
Antes de entrar al tema, quiero especificar que me refiero a indigente de forma general como la persona que carece de lo necesario para vivir o que lo tiene con escasez, no solamente a las personas en condición de calle.
Abraham Maslow fue un psicólogo estadounidense que en la década de los 90’s jerarquizó las necesidades humanas representando lo anterior en un triángulo al que se conoce como la pirámide de Maslow. Hasta abajo del triángulo, aparecen las necesidades más básicas que, de acuerdo al Psicólogo son las necesidades fisiológicas, subiendo por los escalones continúa la seguridad, la aceptación social, la autoestima y todo esto lleva a la cima del triángulo, la Autorrealización. Las personas indigentes cubren apenas y con dificultades las necesidades más básicas, alimentación, descanso, y el mantenimiento involuntario e instintivo de las funciones corporales que hacen posible la vida (que los lleva a tener una mala salud), todas estas cuestiones las percibimos como sociedad, pero muchas veces no reparamos en ellas, es nuestro inconsciente el que abstrae esta situación y marca nuestra percepción. ¿Cómo cubren sus necesidades estas personas?, nos preguntamos, y lo más fácil es pensar que consiguen las cosas que necesitan, de forma violenta, utilizando la fuerza, ¿qué otras herramientas podrían tener?, ¿aquella que tuvieran, no podrían utilizarla para conseguir un trabajo y obtener una remuneración? Nosotros nos sabemos poseedores del ingenio, de la educación, del dinero, herramientas que nos ayudan a subir más en la Pirámide de Maslow, pero que hemos adquirido desde ciertos privilegios (y posiblemente mucho esfuerzo) a lo largo de nuestra vida, no es que las personas indigentes no se esfuercen, es que no tienen acceso a aquellos privilegios que nosotros sí y que en definitiva, en una sociedad humanista no deberían serlo, agua potable, vestimenta, un techo donde guarecerse, una cama para descansar.
Respondiendo a la pregunta inicial, ¿por qué cuando vemos a alguien en situación de indigencia pensamos que nos va a “hacer algo malo”? Sencillamente porque no comprendemos de qué forma ellos cubren sus necesidades y pensamos que obtienen las cosas con una de las herramientas más primitivas de la historia, la violencia.