La modernidad está alcanzando esferas que, naturalmente, se encuentran expuestas ante la frecuente oleada de información y del creciente uso de las tecnologías, lo podemos notar claramente en la forma en que interactuamos hoy en día con otras personas, mandamos mensajes de texto, hacemos video llamadas o utilizamos redes cibersociales para compartir fotos, audios y video de situaciones cotidianas que antes era suficiente con platicárselo a nuestros interlocutores.
No discutiremos si el uso de la tecnología merma en la interacción humana al disminuir la cantidad de información que percibimos de nuestros emisores, en cambio, resaltaremos cómo el uso de las nuevas tecnologías sirve para modificar y ocultar en gran medida algunos aspectos consolidados del Trastorno Antisocial de la Personalidad.
El Trastorno Antisocial de la Personalidad por sus siglas TAP o comúnmente conocido como psicopatía, está clasificado en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV) como un trastorno de la personalidad, y para ser considerado como tal, debe reunir los siguientes criterios diagnósticos generales:
A. Un
patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta
acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón se
manifiesta en dos (o más) de las áreas siguientes:
1.
cognición (p. ej., formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los demás
y a los acontecimientos)
2.
afectividad (p. ej., la gama, intensidad, labilidad y adecuación de la
respuesta emocional)
3.
actividad interpersonal
4. control
de los impulsos
B. Este
patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones
personales y sociales.
C. Este
patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo o deterioro
social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
D. El
patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remonta al menos a la
adolescencia o al principio de la edad adulta.
E. El
patrón persistente no es atribuible a una manifestación o a una consecuencia de
otro trastorno mental.
F. El
patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos directos de una
sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a una enfermedad médica (p.
ej., traumatismo craneal).
Por su parte, los criterios diagnósticos que se deben observar en el caso específico del Trastorno Antisocial de la Personalidad son los siguientes:
A. Un
patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se
presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los
siguientes ítems:
1. fracaso
para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento
legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de
detención
2.
deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a
otros para obtener un beneficio personal o por placer
3.
impulsividad o incapacidad para planificar el futuro
4.
irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o
agresiones
5.
despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás
6.
irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un
trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas
7. falta de
remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber
dañado, maltratado o robado a otros
B. El
sujeto tiene al menos 18 años.
C. Existen
pruebas de un trastorno disocial que comienza antes de la edad de 15 años.
D. El
comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una
esquizofrenia o un episodio maníaco.
Resulta pertinente mencionar que se trata de un diagnóstico clínico que debe ser realizado por un psicólogo especializado y/o por un médico psiquiatra, ya que es frecuente que quien conoce por primera vez estos criterios diagnósticos y que no posee formación al respecto, se sienta identificado con uno o más de estos ítems.
Ahora bien, estos elementos ayudarán sin duda a realizar un diagnóstico claro de este trastorno de la personalidad, sin embargo se deben observar algunos otros comportamientos inusuales en el paciente
al que estemos diagnosticando para que la clasificación sea positiva. En el campo de la criminología es importante conocer aspectos más amplios de este trastorno ya que su impulsividad y demás tendencias (auto) destructivas sirven para catalogarlo como un candidato ideal a cometer conductas antisociales, tanto criminales como delictivas.
No es poco lo que se ha escrito acerca de los psicópatas, pero sí es poco lo que ha escrito un psicópata al respecto de su trastorno. Esto es porque la teoría general indica que para realizar un diagnóstico positivo, quien padece de algún trastorno de la personalidad no debe identificarse con tal diagnóstico, es decir, el psicópata negará en todo momento que sufre de este trastorno, sin embargo he de aclarar que con la formación correspondiente, el suscrito, logra identificar claramente dichos ítems dentro de su comportamiento, motivo por el cual ha surgido el interés por describir más a detalle algunas de las conductas propias de este trastorno de la personalidad, que se encuentra en incubación pausada esperando un evento desencadenante para surgir como tal.
La interacción humana que se presenta en un individuo con TAP es por demás escasa, hay problemas en la vinculación afectiva con sus congéneres y resulta evidente la falta de motivación para crear lazos de amistad o de cualquier índole que sugiera un acercamiento persona a persona, excluyendo aquellos de tipo carnal que servirán momentáneamente para satisfacer las pulsiones sexuales, sin embargo esa interacción sexual es siempre de engaño, de sumisión y en muchos casos de sodomía.
La razón fundamental por la que un psicópata busca hacer relaciones con otra persona es para satisfacer algún deseo o buscar algún beneficio propio, con un trasfondo de egoísmo y desinterés por los sentimientos de su contra parte.
En la actualidad se logran ver casos de adaptabilidad muy bien aplicada, es decir, psicópatas que logran camuflajearse en su entorno gracias a su perfeccionada capacidad para observar y reproducir comportamientos naturales de otros individuos. Aquí es en donde entra en juego la modernidad, la tecnología y demás recursos que pueden evitar el contacto persona a persona, convirtiendo la interacción en simples teclas y texto que van y vienen, en una conversación a la que le faltan elementos propios de las expresiones corporales, micro expresiones y kinésica.
Es entonces cuando el psicópata puede ser peligroso, porque es un ser aparentemente normal que busca lo que cualquiera buscaría en una sociedad, sin embargo sus intenciones son perversas, desinteresadas por el bien común y tendientes a lograr un objetivo que a veces es poco ético o hasta ilegal.
Cada vez va siendo más común ver en los noticieros y diarios notas de delitos violentos perpetrados por psicópatas, quienes adquieren fama por sus atroces actos y quienes frecuentemente son descritos por sus “conocidos” y demás personas que alguna vez interactuaron con él, como una persona normal, inclusive amable, que los desconocen completamente al momento de enterarse que ese vecino, o “amigo” es un sádico asesino que con sin culpa alguna cometió un delito por demás horrible.
Esto tiene explicación, ya que gracias a que la interacción humana prescinde cada vez más de la presencia física de los interlocutores, es posible copiar los actos que una persona normal llevaría a cabo en un determinado momento en las redes cibersociales, como dar los buenos días, saludar al encontrar a alguien o tener una charla cualquiera. Esta capacidad de copiar comportamientos normales también se puede aplicar en el día a día con personas físicas, ya que ha sido practicado con anterioridad en conversaciones virtuales.
Por último debemos mencionar que quienes realizamos investigación forense, y quienes estamos interesados en el estudio de las conductas antisociales, tenemos que seguir observando con mucha atención la forma en cómo los trastornos de la personalidad se van modificando de acuerdo con la época, ya que algunos de los delitos que ocurren en la actualidad, pueden tener origen en conductas antisociales que se han adaptado y que no cumplen estrictamente con los ítems establecidos por los manuales de enfermedades mentales.