sábado, 3 de septiembre de 2016

¿Qué tan necesaria es la violencia en una manifestación contra el gobierno?

Publicado originalmente el 01/12/2012 en http://axl-kink.blogspot.mx/2012/12/que-tan-necesaria-es-la-violencia-en.html


El día de hoy he visto en las redes cibersociales cómo mucha gente se ha ofendido, se ha indignado, al ver todas estas manifestaciones en contra de Enrique Peña Nieto.

En Twitter he respondido en varias ocasiones a personas que se quejan de lo violento que ha sido esta manifestación, que critican fuertemente esta situación y que ruegan porque nos comportemos como gente "civilizada" en vez de ser unos "vándalos".

Quisiera decirles que las personas que hacen comentarios EN CONTRA de estas manifestaciones violentas, deben ser personas que nunca han asistido a una manifestación, que nunca han tenido una verdadera necesidad, que además son conformistas y que seguramente son de una clase media-alta que pueden satisfacer sus necesidades mínimas con holgura.

Una manifestación de cualquier tipo por supuesto no debería ser violenta, pero aquí estamos ante una situación muy especial. Un gobierno que no le hará caso al pueblo si este es sumiso.

Es muy obvio que si hacemos una manifestación pacifica el gobierno se reirá de nosotros, no le molestamos, no atraemos la atención de nadie, de esta forma ¿cómo tendremos una respuesta a nuestras peticiones? ¿cómo haremos valer nuestros derechos? ¿cómo los obligaremos a respetar las leyes? ¿pidiéndoselos por favor?, no creo, ¿acusándolos con las autoridades? ¡Ellos son las autoridades!

Papá gobierno ¿podrías por favor dejar de cogernos?

Muchas personas nos dicen, "pónganse a trabajar" o "pónganse a estudiar". ¿Con qué fin?, un taxista que trabaja toda su vida, un boleador de zapatos, un repartidor de periódicos, un maestro, un albañil, licenciados, doctores, gente honesta que trabaja toda su vida para poder comer, para poder sobrevivir, ¿qué cuentas le damos a estas personas?, ¡no te quejes y trabaja! nos dicen, pero eso es mero conformismo, eso lo dice la gente que nunca ha padecido la pobreza, gente que no es empática.
Si estamos en ésta situación no es porque seamos holgazanes, es porque el gobierno nunca nos ha dado suficientes herramientas para mejorar, porque no nos ha dado educación de calidad, porque no tenemos servicios de salud eficientes, porque el gobierno no asume su responsabilidad para con los ciudadanos.

Que digan "pónganse a trabajar" es un insulto para quienes se la han pasado trabajando toda su vida sin ver algún progreso, y todo por culpa de los que están hasta arriba, de los que viven cómodamente.

La mayoría somos estudiantes, ¿y de qué sirve? Los que tenemos una licenciatura, los que tienen maestría o doctorado ¿de qué sirve tanto estudiar si nada cambia?

Que alguien tenga un doctorado nada tiene que ver con erradicar la pobreza, ni siquiera asegura que esa persona vivirá bien.

Entonces ¿nos quedamos en casa a ver la novela, nos vamos a trabajar, a estudiar para que México salga adelante? o sea ¿calladitos nos vemos mas bonitos? Perdón pero eso es de cobardes, de conformistas, de inútiles.

Si salimos a protestar pacíficamente, ya es avance, pero, ¿nos harán caso? ¿cambiaremos algo? NO.

Lamentablemente, a veces, la única forma de llamar la atención es dando un buen grito y les aseguró que ni así el gobierno voltearía a vernos si sabe que no le pasará nada.

Es por eso, que en una manifestación contra el gobierno, la violencia se hace presente, porque solamente así los reflectores voltean a ver al pueblo, porque solamente así el gobierno tiembla.

Es hasta que incendiamos patrullas y rompemos vidrios que les aseguro que sí nos voltearán a ver ¿por qué? porque saben que somos capaces de más, porque saben que estamos al límite del hartazgo, porque saben que antes de morir de hambre o asesinados ¡preferimos morir luchando por nuestra libertad, por el bien común y por los demás!

Así es que no nos digan vándalos, porque yo les diré ¡COBARDES!

lunes, 18 de abril de 2016

De cuando los charlatanes apoyan la tortura. O cuando elegiste la carrera equivocada



No es usual y cada vez será menos frecuente que haga un posicionamiento formal en torno a algún tema de interés público, sobre todo porque, sin ánimo de ofender, noto mermada su capacidad de razonar situaciones que involucran derechos humanos y eventos criminales, pero no los juzgo por eso, se debe tener una formación bastante amplia para comprender todo lo que engloban los derechos humanos y todos los elementos que interviene en un hecho criminal, cosa que yo apenas estoy logrando descifrar y con muchas complicaciones. Me ha motivado escribir esto un evento que para mi ha sido muy vergonzoso, y es que ni siquiera mis colegas de profesión se hayan mostrado a la altura de lo que es un profesional de la investigación criminológica en torno al tema que describiré. Porque nosotros no solamente debemos saber de crímenes y criminales, también debemos procurar a las victimas y saber lidiar con las situaciones específicas que se nos puedan presentar, no solamente de delitos se trata, también de conductas antisociales, parasociales, asociales y de la misma sociabilidad. Esta es una cuestión bastante compleja para quienes nos encontramos justo en medio de la criminalística y la criminología sin escoger un bando definido para realizar completamente nuestras actividades, porque por un lado podemos estar aportando pruebas materiales para lograr enjuiciar y castigar a alguien pero de igual forma estamos revisando información para determinar un castigo idóneo y proporcional al delito cometido, pero en ninguno de los dos casos debemos apartar la vista de las victimas que existen en ese conflicto. En este punto quiero recalcar algo que muchas personas y profesionales olvidan, quien comete un delito y pasa por todas las fases de la investigación criminal también puede volverse una víctima, y si bien es importante atender correctamente a quien padeció un daño, también debemos estar atentos a que el sujeto activo que lo provocó no se vea involucrado en una situación que afecte a sus derechos humanos, que por supuesto, posee.

Hace unos días se esparcía velozmente un vídeo en donde se observaban claros actos de tortura contra una femenina a manos de elementos de las fuerzas armadas y policiales del estado mexicano, este video sale a la luz justo un día después de que el departamento de estado de los Estados Unidos de Norte América emitiera un comunicado que expone que en México las fuerzas de seguridad participan en homicidios, casos de tortura y desapariciones forzadas de ciudadanos, y ni como negarlo. Pero la referencia al regaño que nos hace nuestro país vecino es solamente para hacer contexto de este tema, y resaltar que han sido ellos quienes más han invertido en las "capacitaciones" de nuestras corporaciones policiales y militares.

Ahora bien, hace pocas horas se ha generado un debate público acerca del actuar de quienes aparecen en el mencionado video, pues resulta que la persona que se ve siendo torturada se encuentra actualmente cumpliendo una condena en un establecimiento penitenciario de Nayarit, acusada de delincuencia organizada por haber colaborado en secuestros con el grupo delictivo de "La Familia Michoacana", sin embargo no se especifica cuál fue su grado de participación en el delito del que se le acusa, si fue autora material, intelectual, si prestó ayuda, o si mató a alguien, si realizó llamadas a los familiares de las víctimas o si solamente era usada por el grupo criminal para realizar otras actividades estando bajo amenaza, y esta es información que no conocemos ya que no fue una autoridad quien reveló estos datos sino el director del Diario de la Tarde, un periodista que hasta ahorita no ha dicho si tuvo acceso al proceso penal que se siguió para castigar a esta persona o de dónde obtuvo dichas afirmaciones.

Cualquier persona podría compartir su punto de vista y de sentir respecto a este caso y no habría por qué alarmarse, pues la educación que hemos recibido la mayoría es bastante conservadora e individualista, es de venganza y resentimiento, una doble moral que por un lado profesa el perdón y por el otro busca condenas a muerte.

Lo que en verdad no puedo comprender ni dejar pasar por alto es que un profesional de la conducta criminal defienda estos deleznables actos cometidos por agentes de la seguridad, porque nosotros sí poseemos una educación especializada y porque en algún momento vamos a tener en nuestras manos un caso que necesitaremos resolver sin entrometer nuestros juicios morales y sí basar nuestras acciones en la formación profesional que tenemos, en el ideal de realizar solamente lo que está bien y hacer lo que es correcto, no para nosotros sino para todos, porque somos quienes debemos hacer respetar las leyes pero aparte debemos respetarlas de principio a fin. No hay forma alguna de argumentar a favor de la violencia, porque la violencia no se resuelve con más violencia, porque el fin último de la pena es la reinserción social y la reparación del daño, no se trata de castigar por castigar, porque la pena sin tratamiento es pura venganza.

Los principios del derecho armonizan con la idea de que se deben respetar en todo momento y a todas las personas los derechos humanos, porque todas las personas deben ser tratadas con respeto y dignidad, y que si han violado la ley deben ser sometidos a un proceso legal que respete sus derechos y sus garantías y esto será a manos del estado en un juicio, no a manos de las fuerzas policiales ni del ejercito. Como verdaderos profesionales sería detestable utilizar un argumento tan básico como decir que un criminal merece ser torturado por todo lo que él hizo, porque ni aún siendo familia de la víctima debemos dar soporte a prácticas injustas que van en contra de las leyes, porque aquí debemos sopesar si somos parte de los que apoyan las prácticas contra la dignidad humana, si queremos seguir siendo personas comunes o ser en verdad CRIMINÓLOGOS-CRIMINALISTAS.

viernes, 19 de febrero de 2016

Breves apuntes sobre psicopatología (Trastorno Antisocial de la Personalidad: psicopatía)

La modernidad está alcanzando esferas que, naturalmente, se encuentran expuestas ante la frecuente oleada de información y del creciente uso de las tecnologías, lo podemos notar claramente en la forma en que interactuamos hoy en día con otras personas, mandamos mensajes de texto, hacemos video llamadas o utilizamos redes cibersociales para compartir fotos, audios y video de situaciones cotidianas que antes era suficiente con platicárselo a nuestros interlocutores.


No discutiremos si el uso de la tecnología merma en la interacción humana al disminuir la cantidad de información que percibimos de nuestros emisores, en cambio, resaltaremos cómo el uso de las nuevas tecnologías sirve para modificar y ocultar en gran medida algunos aspectos consolidados del Trastorno Antisocial de la Personalidad.


El Trastorno Antisocial de la Personalidad por sus siglas TAP o comúnmente conocido como psicopatía, está clasificado en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM IV) como un trastorno de la personalidad, y para ser considerado como tal, debe reunir los siguientes criterios diagnósticos generales:


A. Un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón se manifiesta en dos (o más) de las áreas siguientes:
1. cognición (p. ej., formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los demás y a los acontecimientos)
2. afectividad (p. ej., la gama, intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional)
3. actividad interpersonal
4. control de los impulsos
B. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones personales y sociales.
C. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
D. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remonta al menos a la adolescencia o al principio de la edad adulta.
E. El patrón persistente no es atribuible a una manifestación o a una consecuencia de otro trastorno mental.
F. El patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a una enfermedad médica (p. ej., traumatismo craneal).

Por su parte, los criterios diagnósticos que se deben observar en el caso específico del Trastorno Antisocial de la Personalidad son los siguientes:

A. Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems:
1. fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención
2. deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer
3. impulsividad o incapacidad para planificar el futuro
4. irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones
5. despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás
6. irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas
7. falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros
B. El sujeto tiene al menos 18 años.
C. Existen pruebas de un trastorno disocial que comienza antes de la edad de 15 años.
D. El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia o un episodio maníaco.

Resulta pertinente mencionar que se trata de un diagnóstico clínico que debe ser realizado por un psicólogo especializado y/o por un médico psiquiatra, ya que es frecuente que quien conoce por primera vez estos criterios diagnósticos y que no posee formación al respecto, se sienta identificado con uno o más de estos ítems.

Ahora bien, estos elementos ayudarán sin duda a realizar un diagnóstico claro de este trastorno de la personalidad, sin embargo se deben observar algunos otros comportamientos inusuales en el paciente 
al que estemos diagnosticando para que la clasificación sea positiva. En el campo de la criminología es importante conocer aspectos más amplios de este trastorno ya que su impulsividad y demás tendencias (auto) destructivas sirven para catalogarlo como un candidato ideal a cometer conductas antisociales, tanto criminales como delictivas.

No es poco lo que se ha escrito acerca de los psicópatas, pero sí es poco lo que ha escrito un psicópata al respecto de su trastorno. Esto es porque la teoría general indica que para realizar un diagnóstico positivo, quien padece de algún trastorno de la personalidad no debe identificarse con tal diagnóstico, es decir, el psicópata negará en todo momento que sufre de este trastorno, sin embargo he de aclarar que con la formación correspondiente, el suscrito, logra identificar claramente dichos ítems dentro de su comportamiento, motivo por el cual ha surgido el interés por describir más a detalle algunas de las conductas propias de este trastorno de la personalidad, que se encuentra en incubación pausada esperando un evento desencadenante para surgir como tal. 

La interacción humana que se presenta en un individuo con TAP es por demás escasa, hay problemas en la vinculación afectiva con sus congéneres y resulta evidente la falta de motivación para crear lazos de amistad o de cualquier índole que sugiera un acercamiento persona a persona, excluyendo aquellos de tipo carnal que servirán momentáneamente para satisfacer las pulsiones sexuales, sin embargo esa interacción sexual es siempre de engaño, de sumisión y en muchos casos de sodomía. 

La razón fundamental por la que un psicópata busca hacer relaciones con otra persona es para satisfacer algún deseo o buscar algún beneficio propio, con un trasfondo de egoísmo y desinterés por los sentimientos de su contra parte. 

En la actualidad se logran ver casos de adaptabilidad muy bien aplicada, es decir, psicópatas que logran camuflajearse en su entorno gracias a su perfeccionada capacidad para observar y reproducir comportamientos naturales de otros individuos. Aquí es en donde entra en juego la modernidad, la tecnología y demás recursos que pueden evitar el contacto persona a persona, convirtiendo la interacción en simples teclas y texto que van y vienen, en una conversación a la que le faltan elementos propios de las expresiones corporales, micro expresiones y kinésica. 

Es entonces cuando el psicópata puede ser peligroso, porque es un ser aparentemente normal que busca lo que cualquiera buscaría en una sociedad, sin embargo sus intenciones son perversas, desinteresadas por el bien común y tendientes a lograr un objetivo que a veces es poco ético o hasta ilegal. 

Cada vez va siendo más común ver en los noticieros y diarios notas de delitos violentos perpetrados por psicópatas, quienes adquieren fama por sus atroces actos y quienes frecuentemente son descritos por sus “conocidos” y demás personas que alguna vez interactuaron con él, como una persona normal, inclusive amable, que los desconocen completamente al momento de enterarse que ese vecino, o “amigo” es un sádico asesino que con sin culpa alguna cometió un delito por demás horrible. 

Esto tiene explicación, ya que gracias a que la interacción humana prescinde cada vez más de la presencia física de los interlocutores, es posible copiar los actos que una persona normal llevaría a cabo en un determinado momento en las redes cibersociales, como dar los buenos días, saludar al encontrar a alguien o tener una charla cualquiera. Esta capacidad de copiar comportamientos normales también se puede aplicar en el día a día con personas físicas, ya que ha sido practicado con anterioridad en conversaciones virtuales. 

Por último debemos mencionar que quienes realizamos investigación forense, y quienes estamos interesados en el estudio de las conductas antisociales, tenemos que seguir observando con mucha atención la forma en cómo los trastornos de la personalidad se van modificando de acuerdo con la época, ya que algunos de los delitos que ocurren en la actualidad, pueden tener origen en conductas antisociales que se han adaptado y que no cumplen estrictamente con los ítems establecidos por los manuales de enfermedades mentales.